.jpg)
Conocí a esta persona, durante una etapa de mero tránsito para mí, en alguna hermosa villa marinera.
Su porte y su sonrisa alcanzaron a “tocar” mi corazón.
Me comentó algo acerca de sus deseos de trasladarse más cerca de su ciudad natal.
Su particular valoración de mi faceta artística me lo puso muy fácil: decidí iniciar un mandalita como obsequio para ofrecerle.
Sin más explicaciones, me atreví a pedir al Universo que me permitiera canalizar, a través de la creación de ese mandala, la fuerza y energía necesarias y convenientes para atraer las condiciones que favorecieran y agilizaran la realización de su anhelo “de manera perfecta y en armonía para todo el mundo”…
Cuando lo hube terminado se lo entregué. Un sencillo papelito de acuarela con un pequeño mandala que recibió con gratitud, valoró y enmarcó.
Transcurrió un tiempo sin contacto y sin vernos.
Al cabo, un buen día suena mi móvil. Es esta persona. Con su afable alegría me saluda y se interesa por mí.
De pronto me dice:
- ¿Sabes? Tengo colgado ahí delante tu mandala y cada vez que lo miro siento como si me transmitiera energía.
Es agradable oír esto de labios de una persona que parece ante todo científica.
Luego añade que a poco de mi partida ha obtenido un traslado y desde entonces reside en su amada ciudad.
En el mismo instante una sonrisa divina se dibuja por todo mi cuerpo como un gozoso estremecimiento, y desde mi Silencio Interior doy Gracias infinitas al Universo…
Su porte y su sonrisa alcanzaron a “tocar” mi corazón.
Me comentó algo acerca de sus deseos de trasladarse más cerca de su ciudad natal.
Su particular valoración de mi faceta artística me lo puso muy fácil: decidí iniciar un mandalita como obsequio para ofrecerle.
Sin más explicaciones, me atreví a pedir al Universo que me permitiera canalizar, a través de la creación de ese mandala, la fuerza y energía necesarias y convenientes para atraer las condiciones que favorecieran y agilizaran la realización de su anhelo “de manera perfecta y en armonía para todo el mundo”…
Cuando lo hube terminado se lo entregué. Un sencillo papelito de acuarela con un pequeño mandala que recibió con gratitud, valoró y enmarcó.
Transcurrió un tiempo sin contacto y sin vernos.
Al cabo, un buen día suena mi móvil. Es esta persona. Con su afable alegría me saluda y se interesa por mí.
De pronto me dice:
- ¿Sabes? Tengo colgado ahí delante tu mandala y cada vez que lo miro siento como si me transmitiera energía.
Es agradable oír esto de labios de una persona que parece ante todo científica.
Luego añade que a poco de mi partida ha obtenido un traslado y desde entonces reside en su amada ciudad.
En el mismo instante una sonrisa divina se dibuja por todo mi cuerpo como un gozoso estremecimiento, y desde mi Silencio Interior doy Gracias infinitas al Universo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario