Acércate a descubrir, disfrutar y experimentar el universo de los mandalas.

viernes, 6 de febrero de 2009

Una vivencia mandálica


…Madrid. Parque del Oeste. Una tarde de finales de julio…
Había ido en metro hasta Moncloa y encontrado un sitio en que vendían papeles de acuarela estupendos.
Camino unos pasos por el parque y encuentro una mesa con bancos a ambos lados. Ideal. Plena de luz y a resguardo del sol. Es la única libre, como guardada para mí. Alrededor corretean niñas y niños. Me siento, despliego mi arsenal de lápices, papeles, reglas, colores, compás y acuarelas. Disfruto. Sin timbres, sin límites, sin reloj. De pronto oigo sólo los pájaros pero no el bullicioso griterío infantil. Se me han acercado curiosos. Han hecho un corro en torno a mí. Tendrán entre ocho y diez años. Sus ojos de maravillado asombro confieren un incalculable valor al mandala que llevaba empezado y que acabo de terminar. Movida por su generoso interés, ofrezco traer mandalas al día siguiente para que ellas y ellos coloreen. Voces de adultos nos sacan del ensueño. Está atardeciendo. Quedamos mañana, a la media tarde, en esa misma mesa.
Aún no ha bajado el calor de julio en Madrid cuando acudo a la cita. Cinco han venido iluminados de sonrisas. Pero no queda una mesa libre. La “nuestra” está ocupada por un adolescente de tez morena y rasgos africanos que debe rondar los dieciséis. Saludo y le pregunto si habla español. Asiente. Con delicadeza le pregunto entonces si nos permitiría compartir la mesa bajo promesa de no molestarle. En un español sin casi acento nos acepta gentilmente. Nuestro despliegue invade el espacio, pero él no se molesta. Reparto los mandalas, le ofrezco uno que rehúsa. Explico cómo colorear siguiendo mi táctica particular y pasados unos momentos los siete estamos inmersos en el divertido universo particular de los mandalas. El joven ha tomado el que antes rehusara. Desaparecemos del mundo del espacio y del tiempo. Hasta que las voces de los adultos vuelven a sacarnos del ensueño. Está atardeciendo.
Apenas un puñado de lápices acuarelables, dos o tres pinceles y un único vaso de agua. Ha alcanzado para todos. Si algo ha escaseado, serían las palabras. Ni una disputa, ni un desacuerdo. Sólo la fascinación de compartir juntos lo que había en esa deliciosa tarde mágica, en Madrid, un verano.

3 comentarios:

  1. Los mandalas establecen puentes entre personas sensibles que todos deberíamos intentar compartir. Enhorabuena por tu feliz idea de aquel día, te deseo que se repita muchas veces esa conexión...
    Antonio A. F.

    ResponderEliminar
  2. Respuestas
    1. Este mandala es especial para ayudarte a crear tus propias alas.
      Fue creado para una persona en particular que es "Hacedora de Alas"
      Se llama Malvi y puedes visitar su blog: http://hacedoradealas.blogspot.com.es/

      También tengo una versión de este mandala preparada para ser coloreada al gusto personal de cada cual.
      Colorear el mandala o meditar con esa imagen ayuda a desplegar las alas del alma para reencontrarse en el interior y para abrirse al cosmos.

      Eliminar